El Papa Francisco invitó a redescubrir en el Evangelio a Jesucristo “como maestro de oración” y a acudir a su escuela porque allí “encontraremos la alegría y la paz, que solamente Él nos puede dar”.
Así lo indicó el Santo Padre este miércoles 4 de noviembre durante la Audiencia General que se llevó a cabo en la biblioteca del Palacio Apostólico sin la asistencia de fieles debido al aumento de contagios del COVID-19 en Italia.
En su catequesis, el Pontífice destacó que Jesús durante su vida pública “recurre constantemente a la fuerza de la oración” y relató cómo “los Evangelios nos lo muestran cuando se retira a lugares apartados a rezar”.
En esta línea, el Papa señaló que estos momentos de oración “testimonian claramente que, también en los momentos de mayor dedicación a los pobres y a los enfermos, Jesús no descuidaba nunca su diálogo íntimo con el Padre” ya que “cuanto más inmerso estaba en las necesidades de la gente, más sentía la necesidad de reposar en la Comunión trinitaria”.
“La oración es el timón que guía la ruta de Jesús. Las etapas de su misión no son dictadas por los éxitos, ni el consenso”, advirtió.
De este modo, el Santo Padre dijo que “del ejemplo de Jesús podemos extraer algunas características de la oración cristiana” y citó al Catecismo de la Iglesia Católica que afirma que “con su oración, Jesús nos enseña a orar”.
En primer lugar, el Papa subrayó que la oración “es el primer deseo del día, algo que se practica al alba, antes de que el mundo se despierte” porque “restituye un alma a lo que de otra manera se quedaría sin aliento”.
De hecho, el Santo Padre reconoció que “un día vivido sin oración corre el riesgo de transformarse en una experiencia molesta, o aburrida: todo lo que nos sucede podría convertirse para nosotros en un destino mal soportado y ciego”.
“Jesús sin embargo educa en la obediencia a la realidad y por tanto a la escucha. La oración es sobre todo escucha y encuentro con Dios. Los problemas de todos los días, entonces, no se convierten en obstáculos, sino en llamamientos de Dios mismo a escuchar y encontrar a quien está de frente. Las pruebas de la vida cambian así en ocasiones para crecer en la fe y en la caridad. El camino cotidiano, incluidas las fatigas, adquiere la perspectiva de una vocación”, afirmó.
En este sentido, el Papa explicó que “la oración tiene el poder de transformar en bien lo que en la vida de otro modo sería una condena” y añadió que “la oración tiene el poder de abrir un horizonte grande a la mente y de agrandar el corazón”.
En segundo lugar, el Santo Padre dijo que “la oración es un arte para practicar con insistencia” porque “todos somos capaces de oraciones episódicas, que nacen de la emoción de un momento; pero Jesús nos educa en otro tipo de oración: la que conoce una disciplina, un ejercicio y se asume dentro de una regla de vida”.
“Una oración perseverante produce una transformación progresiva, hace fuertes en los períodos de tribulación, dona la gracia de ser sostenidos por Aquel que nos ama y nos protege siempre”, señaló.
Además, el Pontífice destacó la importancia de la soledad en la oración porque “allí, en el silencio, pueden emerger muchas voces que escondemos en la intimidad: los deseos más reprimidos, las verdades que persistimos en sofocar. Y, sobre todo, en el silencio habla Dios”.
“Quien reza no se evade del mundo, sino que prefiere los lugares desiertos… Toda persona necesita de un espacio para sí misma, donde cultivar la propia vida interior, donde las acciones encuentran un sentido”.
En cambio, el Papa advirtió que “sin vida interior nos convertimos en superficiales, inquietos, ansiosos; la ansiedad cómo nos hace mal, por eso, debemos ir a la oración. Sin vida interior huimos de la realidad, y también huímos de nosotros mismos. Somos hombres y mujeres en fuga siempre”.
Asimismo, el Santo Padre alertó que “a veces nosotros los seres humanos nos creemos dueños de todo, o al contrario perdemos toda estima por nosotros mismos. Vamos de una parte a otra” y agregó que “la oración nos ayuda a encontrar la dimensión adecuada, en la relación con Dios, nuestro Padre, y con toda la creación”.
Por último, el Papa Francisco destacó que “la oración de Jesús es abandonarse en las manos del Padre” y puso el ejemplo de Jesús en el huerto de los olivos, “con aquella angustia: ‘Padre si es posible que esto pase … pero que se cumpla tu voluntad’. El abandono en las manos del Padre”.
“Es hermoso cuando nosotros estamos preocupados, agitados y vamos a la oración y el Espíritu Santo nos transforma en el interior y nos lleva a este abandono en las manos del Padre: ‘Padre que se cumpla tu voluntad’”, dijo.
Por ello, el Santo Padre invitó a pedir a Jesús “que nos ayude a redescubrirlo -a través de la lectura orante y cotidiana del Evangelio- como maestro de oración, y dispongámonos a aprender en su escuela. Así encontraremos la alegría y la paz, que solamente Él nos puede dar”.