El Papa Francisco destacó en la Audiencia General que la oración es “la salvación del ser humano” pero advirtió sobre aquella “oración falsa” y sobre «el ateísmo práctico».
En su catequesis semanal pronunciada este 21 de octubre, el Santo Padre reflexionó nuevamente en la oración de los Salmos y señaló que el Salterio “es una gran escuela” que presenta la oración “como la realidad fundamental de la vida”.
El Pontífice dijo que “la referencia al absoluto y al trascendente – que los maestros de ascética llaman el ‘sagrado temor de Dios’ – es lo que nos hace plenamente humanos, es el límite que nos salva de nosotros mismos, impidiendo que nos abalancemos sobre esta vida de forma rapaz y voraz” y añadió que “la oración es la salvación del ser humano”.
Sin embargo, el Papa lamentó que “existe también una oración falsa, una oración hecha solo para ser admirados por los otros” por ejemplo, “aquellos que van a Misa solo para hacer ver que fueron a Misa o para mostrar el último modelo que han comprado, para hacer buena figura social” y agregó que, en esos casos, “hacen una oración falsa”.
“Jesús ha advertido fuertemente sobre esto. Pero cuando el verdadero espíritu de la oración es acogido con sinceridad y desciende al corazón, entonces esta nos hace contemplar la realidad con los ojos mismos de Dios”, afirmó.
En esta línea, el Santo Padre subrayó que “cuando se reza, todo adquiere ‘espesor’. Es curioso, en la oración quizá comenzamos por una cosa sutil, pero en la oración este espesor, Dios lo toma en sus manos y lo transforma” y advirtió sobre el peligro de rezar “como si fuera un hábito”, rezar “como loros”.
“Se reza con el corazón. La oración es el centro de la vida. Si hay oración, también el hermano, la hermana, se vuelve importante, incluso los enemigos”, explicó el Papa quien agregó que “la oración no es un calmante para aliviar las ansiedades de la vida” sino que más bien “la oración responsabiliza. Lo vemos claramente en el Padre nuestro, que Jesús ha enseñado a sus discípulos”.
Asimismo, el Papa señaló “cómo los salmos no usan siempre palabras refinadas y amables, y a menudo llevan marcadas las cicatrices de la existencia” y, sin embargo, “todas estas oraciones han sido usadas antes en el Templo de Jerusalén y después en las sinagogas; también las más íntimas y personales”.
En este sentido, el Papa recordó que los salmos son “patrimonio colectivo” para ser “rezados por todos y para todos” ya que la oración de los cristianos “mantiene unidos el templo y el mundo”.
“La oración puede comenzar en la tenue luz de una nave, pero luego termina su recorrido por las calles de la ciudad. Y viceversa, puede brotar durante las ocupaciones diarias y encontrar cumplimiento en la liturgia”.
Por ello, el Santo Padre afirmó que “las puertas de las iglesias no son barreras, sino ‘membranas’ permeables, listas para recoger el grito de todos” porque “donde está Dios, también debe estar el hombre”.
Además, el Papa advirtió que “si alguno dice ‘amo a Dios’, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” y alertó a quienes dicen que rezan mucho, pero después critican, tienen rencor dentro, odio contra los otros, “eso es artificio puro, no es verdad, no es consistente”.
De este modo, el Pontífice dijo que “Dios no sostiene el ‘ateísmo’ de quien niega la imagen divina que está impresa en todo ser humano” aquel ateísmo que llamó “práctico” de todos los días, quien dice “yo creo en Dios, pero con los otros, distancia, y me permito odiar a los otros”.
“Esto es ateísmo práctico. No reconocer a la persona humana como imagen de Dios es un sacrilegio, es una abominación, es la peor ofensa que se puede llevar al templo y al altar”, advirtió.
Por último, el Papa rezó para que “la oración de los salmos nos ayude a no caer en la tentación de la ‘impiedad’, es decir de vivir, y quizá también de rezar, como si Dios no existiera, y como si los pobres no existieran”.