1era quincena septiembre
Si no sabéis quién soy. Si os desconcierta
la amalgama de amores que cultivo:
una flor para el Che, toda la huerta
para el Dios de Jesús. Si me desvivo
por bendecir una alambrada abierta
y el mito de una aldea redivivo.
Si tiento a Dios por Nicaragua alerta,
por este Continente aún cautivo.
Si ofrezco el Pan y el Vino en mis altares
sobre un mantel de manos populares…
Sabed: del Pueblo vengo, al Reino voy.
¡Tenedme por latinoamericano,
tenedme simplemente por cristiano,
si me creéis y no sabéis quién soy!
(Poema Identidade,
de Dom Pedro Casaldáliga)
Vaya este poema como un homenaje agradecido a aquel que supo -en vida esforzada y coherente- ser testigo de los valores de un mundo/Reino donde hayavida para todos, consagrando su existencia a los que hoy no tienen vida.
Vivir la pandemia como una “primera semana” de ejercicios ignacianos hace real en nosotros la experiencia de ser frágiles, necesitados de salvación, de conversión, de ayuda, de rescate, de liberación. Nos lo recuerda J. L. González-Faus, en el primer artículo de este volumen, llamándonos a ser ignacianamente indiferentes a todo lo que no sea elegir la vida. Para llegar a eso, Elio Gasda pone de manifiesto, en su contribución, la perversidad del sistema capitalista actual y la urgencia de pasar de una economía centrada en el binomio mercado-estado, a una verdadera oikonomía de la reciprocidad y de la solidaridad universal.
La desenfrenada carrera mercantil por las vacunas es una prueba de la locura en que amenaza convertirse este deseo de salir indemnes de la pandemia, sin una verdadera y exigente metanoia personal, institucional y social. La democracia cognitiva y comunicativa, de la cual habla Carlos Delgado en su contribución, sería ya un gran paso.
Este volumen de aurora nos trae, en su conjunto, reflexiones y propuestasmuy valiosas, a partir de la experiencia de compañeros y compañeras que, en Brasil, Chile, Venezuela, Ecuador y Cuba, son testigos del drama y la tragedia que significa la secular indiferencia e indolencia, política y social ante las causas estructurales que multiplican los efectos nocivos del COVID-19. A todos ustedes, una buena lectura, y a los autores nuestra gratitud. Que todos sepamos como canta, una vez más, Dom Pedro Casaldáliga:
“Saber esperar, sabiendo,
al mismo tiempo, forzar
las horas de aquella urgencia
que no permite esperar…”
Roberto Jaramillo, S.J.
Presidente de la CPAL
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