Cada 19 de octubre, la Iglesia Católica celebra a San Pablo de la Cruz, fundador de los Padres y Hermanas Pasionistas (Congregación de la Pasión), quien invitaba a obrar “de manera que todos vean que llevas, no sólo en lo interior, sino también en lo exterior, la imagen de Cristo crucificado, modelo de toda dulzura y mansedumbre”.
Pablo de la Cruz, cuyo nombre de pila fue Pablo Francisco Danei Massari, nació en Ovada, Italia, en 1694. Sus padres lo educaron en la fe con gran cuidado. Su madre despertó en él la piedad a la Cruz de Cristo, mientras que su padre le leía frecuentemente vidas de santos, con el propósito de que Pablo se sienta siempre animado a ser mejor.
Cuando Pablo tenía unos 19 años, escuchó en misa al sacerdote predicar sobre la penitencia y la oración. Aquella homilía cambió su vida en muchos aspectos y lo animó definitivamente a consagrarse a Dios. Por aquellos días tuvo un sueño en el que se le aparecía la Virgen María y le revelaba el hábito, el emblema y el estilo de una comunidad religiosa que debería vivir bajo el modelo de Jesucristo crucificado. San Pablo le contó su sueño a su obispo, Mons. Gattinara, quien le propuso llevar un hábito de color negro, el “hábito de la Pasión”. Pablo de la Cruz fue revestido con dicho hábito el 22 de noviembre de 1720. Posteriormente, en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, haría el voto de promover la memoria de la Pasión de Cristo.
Junto con su hermano Juan Bautista emprendieron la misión de establecer la nueva comunidad religiosa. Ambos ya estaban dedicados al servicio de los más pobres y necesitados, teniendo especial atención por los enfermos. Los “pasionistas” pedían limosna para poder ayudar a quienes, con su dolor, se habían asemejado a Cristo sufriente. Cuando las cosas empezaron a tomar forma, Pablo pidió audiencia con el Papa Benedicto XIV, quien aprobó los estatutos para la novísima “Congregación de la Pasión”. Sus miembros estaban destinados a la vida de oración (centrándose en la meditación de la Pasión) y a la proclamación del misterio del sacrificio de Cristo por la humanidad. Poco después Pablo y su hermano fueron ordenados sacerdotes (1727).
El Papa Clemente XIV convocó a San Pablo de la Cruz para que sea su consejero y, como señal de patrocinio a la Orden de la Pasión, le entregó el convento y la Basílica de los Santos Juan y Pablo, que se convertiría en la Casa Madre de los Pasionistas, hasta el día de hoy. Allí, Pablo de la Cruz pasó sus últimos días hasta en 1775, a los 80 años de edad, Dios lo llamó a su presencia
La orden pasionista ha dado muchos frutos de santidad entre los que están San Vicente María Strambi, San Gabriel de la Dolorosa y Santa Gemma Galgani.