El Vaticano publica un Vademécum con líneas guía para el diálogo entre cristianos

Publicado el 4 de diciembre de 2020

El Vaticano hizo público este viernes 4 de diciembre el Vademécum Ecuménico titulado “El Obispo y la Unidad de los Cristianos” que el Papa Francisco firmó el pasado 5 de junio.

El texto, firmado por Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Cardenal Kurt Koch, después de un trabajo de cerca de tres años, se divide en dos partes y se articula a lo largo de 42 puntos.

Además, a lo largo del texto se incluyen varias recomendaciones prácticas para su aplicación y se cierra con un apéndice en el que se especifican quiénes son los interlocutores de diálogo de la Iglesia católica a nivel internacional.

Según explica el Cardenal Koch en el prefacio del Vademécum, su objetivo es ayudar a los obispos diocesanos y eparquiales “a comprender y cumplir mejor su responsabilidad ecuménica”.

“Ponemos esta obra a disposición de los obispos del mundo, esperando que en sus páginas encuentren pautas claras y útiles, que les ayuden a dirigir las Iglesias locales, confiadas a su ministerio pastoral, hacia aquella unidad por la que el Señor oró y a la que la Iglesia está irrevocablemente llamada”, señala el cardenal.

Asimismo, en la rueda de prensa de presentación del documento, señaló que este Vademécum “se ha pensado como una guía, una brújula, o como un compañero de viaje, para el camino ecuménico del Obispos junto a su diócesis”.

También explicó que “las líneas guía del Vademécum se basan en el Decreto Unitatis redintegratio del Concilio Vaticano II, en la Encíclica Ut unum sint, y en dos documentos del Pontificio Consejo: el Directorio Ecuménico y La dimensión ecuménica en la formación de quien se dedica al ministerio pastoral”.

El documento presentado hoy no es una repetición de estos documentos, sino que “propone una breve síntesis actualizada y enriquecida con temas impulsado en el curso de los últimos pontificados”.

En la introducción se insiste en que “la búsqueda de la unidad es intrínseca a la naturaleza de la Iglesia” y, por lo tanto, “la unidad de los cristianos” es una “vocación de toda la Iglesia”.

Se señala que entre los católicos y los demás cristianos existe “una comunión real, aunque incompleta”, y se insiste en que esa comunión “debe profundizarse simultáneamente a diversos niveles”.

Se especifica también que “el obispo, como pastor del rebaño, tiene la responsabilidad precisa de reunir a todos en la unidad. Él es principio y fundamento visible de unidad en su Iglesia particular”.

La promoción del ecumenismo dentro de la Iglesia católica

En la primera parte del documento se subraya que la búsqueda de la unidad es “un desafío ante todo para los católicos”. Ese desafío exige una “renovación interior” que implica “un esfuerzo que se refiere tanto a las estructuras eclesiales como a la formación ecuménica de todo el pueblo de Dios”.

Se recuerda que es “responsabilidad del obispo orientar y dirigir las iniciativas ecuménicas”. También se recuerda la necesidad de que el pueblo esté “debidamente dispuesto para el diálogo y el compromiso ecuménico”.

Para ello, es necesaria una formación, que es responsabilidad del obispo, para “garantizar que los fieles de su diócesis estén debidamente preparados para trabajar con los otros cristianos”.

Se indica que “la dimensión ecuménica debe estar presente en todos los aspectos y disciplinas de la formación cristiana”.

Se subraya que para que “esta formación tenga lugar a través del estudio y la predicación de la Palabra, la catequesis, la liturgia y la vida espiritual, y en una variedad de contextos, como la familia, la parroquia, la escuela y las asociaciones laicales”.

Además, se sugiere un “enfoque ecuménico en el uso de los medios” de comunicación y se ofrecen una serie de “recomendaciones para los sitios y las páginas web de las diócesis”, para que “la preocupación de la Iglesia por la unidad de los cristianos en obediencia a Cristo, así como el amor y estima por las otras comunidades cristianas, deben aparecer inmediatamente evidentes en nuestras páginas web diocesanas”.

La Iglesia católica en sus relaciones con los otros cristianos

En la segunda parte del documento se detallan “las diversas modalidades de relacionarse con los otros cristianos”. En primer lugar, se menciona un ecumenismo espiritual.

En ese sentido se afirma que “el ecumenismo espiritual consiste no sólo en orar por la unidad de los cristianos, sino también en una conversión del corazón y santidad de vida”. Se invita a los católicos a “buscar oportunidades para orar con los otros cristianos”, y se señala que “ciertas formas de oración son particularmente apropiadas para la búsqueda de la unidad de los cristianos”. En concreto, propone “recitar juntos los salmos y cánticos de las Escrituras”.

Se destaca la eficacia a la oración por la unidad en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos y se promueve “orar unos por otros y por las necesidades del mundo”.

También se recuerda que “los católicos comparten las Sagradas Escrituras con todos los cristianos y con muchos de ellos comparten también un mismo Leccionario Dominical”.

Por eso, se destaca que “este patrimonio bíblico común ofrece oportunidades de reunirse para la oración y el diálogo basados en las Escrituras, para la lectio divina, para publicaciones y traducciones conjuntas, e incluso para peregrinaciones ecuménicas a los lugares sagrados de la Biblia”.

Las fiestas y ciclos litúrgicos, que “de igual manera, compartimos, con la mayoría de las otras tradiciones cristianas los grandes momentos del calendario litúrgico”, “nos permite prepararnos juntos para celebrar las principales fiestas cristianas”.

Se destaca la devoción a santos y mártires comunes como una oportunidad de “fortalecer los lazos de unidad con los otros cristianos promoviendo las devociones que ya celebran en común”.

Otra modalidad propuesta en el documento para relacionarse con los demás cristianos es “el diálogo de la caridad”.

Se indica que “el diálogo de la caridad remite no sólo a la fraternidad humana, sino también a los lazos de una comunión forjada en el bautismo”.

“El diálogo de la caridad se construye mediante la suma de iniciativas sencillas que fortalecen los lazos de la comunión: el intercambio de mensajes o delegaciones en ocasiones especiales; las visitas recíprocas, las reuniones entre los responsables locales de la pastoral; y los ‘gemelages’ o convenios entre comunidades o instituciones (diócesis, parroquias, seminarios, escuelas y coros). Así, con palabras y gestos demostramos nuestro amor no sólo hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo, sino también hacia las comunidades cristianas a las que pertenecen, porque reconocemos y apreciamos con gozo los tesoros verdaderamente cristianos, que se encuentran en ellas”.

Una tercera modalidad es “el diálogo de la verdad”. Un “diálogo como intercambio de dones”, un “diálogo que nos lleve a toda la verdad”, “un diálogo teológico a nivel internacional, nacional y diocesano”.

Este último se presenta como esencial para el ecumenismo porque por medio del diálogo teológico se abordan “las discrepancias doctrinales que históricamente causaron divisiones, dejando de lado el lenguaje polémico y los prejuicios del pasado, y tomando como punto de partida la tradición común”.

“Estos diálogos elaboraron documentos en los que han tratado de determinar hasta qué punto se profesa una misma fe: han estudiado sus diferencias y han procurado acrecentar lo que los interlocutores poseen en común, identificando las áreas en que una ulterior reflexión es necesaria”.

En definitiva, “los resultados de estos diálogos proporcionan el marco para discernir lo que justamente podemos y no podemos hacer juntos, sobre la base de la fe común”.

La cuarta modalidad propuesta es la del “diálogo de la vida” que implica “una expresión concreta mediante una acción conjunta en el ámbito pastoral, en el servicio al mundo y a través de la cultura”.

En el ámbito pastoral, se llama a aprovechar las necesidades en algunos lugares del mundo, debido al contexto de las comunidades locales de un “ministerio compartido y recursos compartidos”.

Por ejemplo, “en muchas partes del mundo, y de varias maneras, los ministros cristianos de diferentes tradiciones trabajan juntos en la atención pastoral en los hospitales, las cárceles, las fuerzas armadas, las universidades y otras capellanías”.

Se invita también a “colaborar con los otros cristianos en el campo de la catequesis”, para lo cual, el Catecismo de la Iglesia Católica “se ha demostrado una herramienta muy útil”.

Se señala que “los matrimonios mixtos (entre católicos y otros cristianos) no deben considerarse como problemas, ya que a menudo son un lugar privilegiado donde se construye la unidad de los cristianos”.

En esos casos, en el Vademécum se insiste en la necesidad de dar a estas familias una particular atención pastoral: “Las reuniones entre los pastores cristianos, destinadas a apoyar y mantener estos matrimonios, pueden ser una excelente ocasión para la colaboración ecuménica”.

Sobre la posibilidad de “compartir la vida sacramental”, se recuerda que “la participación a los sacramentos de la eucaristía, la reconciliación y la unción se limita a quienes están en plena comunión”.

En el ámbito del ecumenismo práctico, se invita a cooperar entre cristianos, “uniendo sus esfuerzos comunes” para “defender la dignidad humana y para aliviar los sufrimientos del hambre, los desastres naturales, el analfabetismo, la pobreza, la escasez de viviendas y la distribución desigual de la riqueza”.

Por último, sobre el ecumenismo cultural, se lamenta que “muy a menudo, los desacuerdos teológicos nacieron de dificultades de comprensión mutua derivadas de las diferencias culturales”.

Por ello, se subraya la importancia de “los esfuerzos de los cristianos para comprender mejor sus respectivas culturas, conscientes de que, más allá de las diferencias culturales, comparten en diversos grados una misma fe expresada de diferentes maneras”.

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