En noviembre de este 2020 el Papa Francisco dirigirá su intención de oración universal por el uso ético de “la inteligencia artificial”.
El Santo Padre pide a todos los fieles que recen “para que el progreso de la robótica y de la inteligencia artificial esté siempre al servicio del ser humano”.
El 28 de febrero de este año, el Papa Francisco solicitó a los expertos en tecnología informática y a los miembros de la Pontificia Academia para la Vida que trabajen juntos para desarrollar los principios de una “algor-ética”.
“La innovación digital afecta a todos los aspectos de la vida, tanto personales como sociales. Incide en la forma en que entendemos el mundo y también a nosotros mismos. Está cada vez más presente en los negocios e incluso en las decisiones humanas, por lo que la forma en que pensamos y actuamos está cambiando”, advirtió Francisco.
También señaló que “las decisiones, incluso las más importantes, como las de los campos médico, económico o social, son hoy el resultado de la voluntad humana y de una serie de contribuciones algorítmicas”, y alertó sobre los “graves riesgos” para las sociedades, ya que “de las pistas digitales difundidas en Internet, los algoritmos extraen datos que le permiten controlar los hábitos mentales y relacionales, con fines comerciales o políticos, a menudo sin nuestro conocimiento”.
Sin embargo, el Pontífice destacó que “estos peligros no deben esconder las grandes potencialidades que las nuevas tecnologías nos ofrecen” y animó a los creyentes “a dejarse desafiar por la Palabra y la Tradición de la fe para que nos ayuden a interpretar los fenómenos de nuestro mundo, identificando formas de humanización y, por lo tanto, de amorosa evangelización”.
“Los invito a continuar con audacia y discernimiento, en busca de las formas de una participación cada vez más amplia de todos aquellos que se preocupan por el bien de la familia humana”, pidió el Papa.
Las palabras del Papa Francisco se dieron en el marco de un acuerdo ético sobre tecnologías de inteligencia artificial (IA) firmado por la Pontificia Academia para la Vida con Microsoft, IBM y la FAO el 28 de febrero de 2020.