La pandemia del coronavirus Covid-19 y las medidas radicales tomadas por los gobiernos para contenerla, están cambiando nuestros estilos de vida, actividades, relaciones, rutinas y hábitos . Y los de millones de personas en todo el planeta.
Tristemente, es posible que los cambios continúen por algún tiempo. Durante la crisis podemos tener la sensación de que hemos perdido el control de nuestra vida habitual. Nos han quitado nuestra seguridad. Y esto nos genera ansiedad y miedo. Si no aprendemos a controlarlos, nuestra salud mental puede peligrar.
Hay que acomodarse psicológicamente a pasar de la relativa estabilidad mental y emocional previa a la crisis a una situación de permanente incertidumbre personal.
Pasar de una rutina y hábitos establecidos (horarios, trabajo, ocio, vida diaria) a una realidad diaria incierta es un cambio importante. Debemos ser conscientes de que toda la sociedad, incluyendo gobierno, empresas e instituciones, afrontan la misma incertidumbre. Sólo queda asumir los cambios con la actitud de “día a día» No podemos controlar lo que está pasando, pero sí podemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para conseguirlo. Una buena estrategia es centrarse en aquello que podemos hacer como individuo y como familia, empresa o colectivo.
Debemos adoptar una actitud de preocupación responsable, aceptar y cumplir las medidas que nos trazan. Esto último significa que no nos dejamos llevar por la ansiedad, ser cívicos y pensar en los demás, actuar con coherencia al comprar, al cumplir la distancia de seguridad y respetar las medidas de seguridad sanitarias. Y no propagar información entre nuestras redes que contribuya a crear un mayor miedo social.
Pasamos de la “vida en la calle” y la libertad de movimientos que elegimos a la “vida en casa” por obligación. Se trata de aceptar estas medidas como una cuestión de responsabilidad: si cada uno de nosotros actúa de manera responsable para contribuir a la salud general, la predisposición a cumplirlas será mayor”. Esto equivale a decirnos “¡Me quedo en casa, porque actúo con responsabilidad, porque ayudo a los mayores, a mis vecinos, a familiares y amigos, a todas las personas. Porque respeto a los profesionales que tienen que estar trabajando para ayudarnos».