Con la llegada del nuevo milenio se ha producido un incremento en las posibilidades de conexiones digitales, un mayor y más democrático acceso a la tecnología, aunque, por otro lado, ha surgido una modalidad de crimen y agresión contra el ser humano hasta hace pocos años desconocida.
La cruenta tragedia ocurrida el fin de semana en la muy conocida ciudad de las Vegas de los Estados Unidos pone en evidencia la desconexión y el irrespeto total por la vida. Paradójicamente, en la etapa humana en que más se promociona y se aboga por la paz, aparece un sujeto que injustificadamente la emprende a tiros contra una gran cantidad de personas.
En el momento en que la humanidad cuenta con los recursos y la capacidad tecnológica necesaria para lograr un estado de bienestar para toda la población mundial nos encontramos de frente con este esquema tan difícil de controlar como son estos atentados furtivos y al azar que ponen en vilo la seguridad a nivel global.
Las grandes potencias invierten decenas y decenas de billones de dólares en armamento bélico, pendientes de poder enfrentar la fuerte “amenaza” extranjera y al final resulta que el mayor de los daños actualmente lo ocasionan ciudadanos que toman una ametralladora o un vehículo e indiscriminadamente asesinan sin distinción alguna.
El mundo debe avocarse a una reflexión profunda que genere acciones reales y verdaderas en busca de la paz, de tal manera que dejemos de lado la hipocresía, las actitudes violentas y fuera de tono de nuestros liderazgos y entender que el actual choque de civilizaciones es uno de los mayores retos en la historia de la humanidad.